En las adocenadas horas de espera que,
este triste, gris empleo me demanda;
en este constante castigar la calle a patadas,
desgastando baldosas, zapatillas y piernas;
tus ojos.
En este apuro constante y ajeno,
cadeteando a contracorriente
contra lo que alguna vez fueron hombres, y no,
tan sólo hombros que me chocan ciegamente;
tus labios.
En este sacar y sacar números eterno
para ver las profundas ojeras del burócrata de turno;
en aquellas horas de engranaje,
ínfimo y descartable, de empresa bursátil;
tu sonrisa.
Es que tus ojos, tus labios, tu sonrisa,
números le quitan al día,
trajes le arrancan a mi mente,
cheques expulsan de mi boca...
Y las inmensas filas se diluyen,
cuando los cajeros automáticos
se embriagan con tus ojos
y vomitan coloridos billetes
con tu sonrisa impresa de niña
-que no ha perdido la inocencia
en un banco o casa de cambio-
hasta que todo lo tiñen tus labios, y yo,
-simple cadete administrativo-
caigo en la cuenta, otra vez,
que he perdido mi número, el turno,
y debo empezar todo de nuevo...
MUY BUENO!!!
ResponderEliminarSALUDOS
Emiliano
El amor emerge entre las grietas de la alienacion. Me encanta el contrapunto, muy lindo blog che un saludo!!
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