Pronunciamiento sobre Vargas Llosa

No vamos a negar los méritos literarios de Vargas Llosa; tampoco sus bolsillos abultados por hacerse el malito en esas somnolencias de revistas de domingo. Pero para un premio que honró al presidente de Estados Unidos como Nobel de la Paz, mientras los muertos en Irak y Afganistán se juntaban en las zanjas, le merecemos las sospechas.

Nosotros vamos a bardear de una: queremos el Premio Nobel para el letrista de Pibes Chorros, o para los trashumantes criollos o mapuches que andan en las veraneadas cruzando los Andes acompañados por coplas y lonkomeos. No sólo queremos que el guaraní sea lengua oficial de la Argentina, también queremos que los letristas chamameceros sean nuestros himnos en el mundo. Porque ya lo dijo el poeta del Camba Cua: Che reta hae camba cua, es decir, nuestra patria son barrios de negros.

¿Por qué Vargas Llosa es hoy Premio Nobel? Primero porque hay un presidente indio en nuestro continente; porque tenemos un presidente, el zambo Chavez, que les canta a los gringo las cuarenta. Porque se prepara el Mundo Occidental para invadirnos. No seamos ingenuos: el 50% de los recursos naturales del mundo están en la boca de América. Acá vienen los misiles, después de Medio Oriente, y si les queda alguna duda pregúntenle a Zelaya.

Son un Imperio, no los subestimamos; pero queremos picotear sus tripas como gallos de pelea. Ellos van a buscar a los más giles, a los que más les guste el billete, los que tengan vergüenza de ser negritos, los que se han comido todas las giladas de la televisión: los que piensan que por cagarnos se van a comprar el último auto. Así van a ir engordando a cholitos cómodos, a negritos sebadores de mate; a italianitas que dicen que su padre nació en Bari, “otra cultura viste”; a universitarios que se tragaron que cagar paper es más importante que hablar con el vecino del barrio. Les darán premios y bequitas a los Vargas Llosa para que olviden su sangre y su raza.

Nuestra América es una trinchera que comienza en nuestra piel curtida, ya ni sabemos qué mierda significa ganar un premio porque no hay otro mayor trofeo en este mundo que matar al invasor. Queremos el premio de la paz a los combatientes afganos que matan en nombre del pueblo y de Dios. Acá los esperamos: selvas, montes, desiertos, pantanos, villas, cerros. Podrán comprar a algunos giles con premios, entrevistas en las teles, con petes de rubias latinas. Acá hay una trinchera: hasta que un chamamé sea himno nacional, y que nuestro mejor poema sea una garganta de un gringo abierta. Lo demás es pura literatura.

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