Besar las babosas vulvas.
Morderlas, si es necesario.
Que la troyana lengua se nos transforme
/en buzo táctico o bailarín.
Que los extasiados, púbicos labios de la amada
/comiencen a pronunciar,
antiguas oraciones, olvidados poemas,
viejas canciones revolucionarias,
o simplemente,
"te quiero"
en alguna lengua olvidada ya en el tiempo.
Y luego,
a fuerza de lenguetazos,
hagámoslos silbar La Marsellesa,
antes de que comience el primer orgasmo.
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