Si de Lucy un beso sus alas bate
una bandada de huracanes en mi pecho se desata
y es que un beso atrae a otro beso
y otro beso desencadena otro, un torrente, una marejada
un tifón, un centauro, un torbellino de intensas tempestades
imposible predecir de qué lado se estremecerá
el convulsionado velero que en mi pecho ya no descansa
imposible predecir qué locuras me inspirará
qué bajezas, a qué altruista aventura me empujará
Es que Lucy,
has llegado a ser para mí
mi propia Sierra Maestra, mi 17 de octubre,
mi venturosa toma del Palacio de Invierno...
pero, ay!, mi pobre corazón...
no ha sido preparado para tanta catástrofe meteorológica
y ni los paraguas, ni los más amarillos pilotos
- como aquellos suicidas, en aquel puerto lejano-
pueden darle protección alguna ante tanta turbulencia
ante tanta inestabilidad atmosférica
Es que Lucy, te vuelvo a decir
has llegado a ser para mí
mi propia Sierra Maestra, mi 17 de octubre,
mi venturosa toma del Palacio de Invierno...
No hay comentarios:
Publicar un comentario