Ella Locombia y Medallo

I


Eso que es Locombia se parece a ella,
Cantando amarilla una cocina amanecida
Sus luces nocturnas también se parecen a ella
(Pero no quiero hablar de eso todavía.)

Las costas de Locombia serán algo de ella,
Alguna continuación de su piel, seguramente,
Y si uno camina perdido en los senderos de Medallo
puede aparecer respirando en un suspiro su mejilla.

Hay lugares de Medallo que tienen algo de ella,
El café, la cintura, una cadencia silenciosa.
Dicen que los ojos, pequeños, como suaves hijos luciérnagos
se parecen mucho a las sombras de Medallo.

Locombia, qué niña bonita
Y sin embargo cuando hace la noche
Hace la violencia como un beso.

Mientras Medallo sonríe fiestas luminosas
Aunque tenga que llorar su nombre.



II



Pero qué se yo de Locombia, de Medallo
La urgencia de mis pasos nunca me llevo por allí.

Solo que durante la luna en una tanguería
Donde el aire es una larga estela de vino
Y en los vasos se desfondan los vapores cotidianos.
La conocí a ella.
Qué papelón, la camisa me cambiaba de colores constantemente.
-Soy de Locombia- dijo ella
-Ah, mira vos, toda chimbosa sos – replique tartamudo.
Mis ojos no la habían dejado tranquila en toda la noche
Y mi boca ahora no podía hablarle.
- ¿qué momento en hablamosi otrote parece?- le dije, con evidente dificultad.
Tiempo después hablamos y adiviné su calor.
De todas formas, todavía hoy, conversar con ella
Me viene muy problemático.

Un día que el sol decía palabras lluviosas
En la blancura de su casa, ella dijó
Señalando inocente una fotografía
En donde aparecía lindísima
Como un sábado de fiesta:
- Mira, una chimba, no?
Y yo que no aprendí a hablarle
Más que con articulaciones amatorias, contesté:
- estasi, dalín muy muy.
- Ah, deje de hablar caca!- gritó frunciendo el ceño.

Ese mismo impedimento para conversar con ella
Hace que no pueda describirla
Escribir su hermosura
Apenas comparable, quizás,

Con lo que ella cuenta de Locombia
Con lo que dice de Medallo.


III


Locombia, luminosos labios abiertos
limbo extendido en tus ojos ambarinos
Perdida locura de los barcos asmáticos
¿En qué borde de tu espalda, Locombia,
arden las puntas navegantes de mi lengua?.

Locombia levanta los brazos blancos,
y los mueve al color arbóreo de mis cabellos
su belleza impacta cual locomotora celeste
¿ Y no es la mirada de una loca mujer locombina
mejor que la embriaguez rauda de un revolver?

Locombia, lámina de almíbar son tus piernas
beodamente puestas en la espesura de mis hombros
lamiendo de una pálida luz toda su sombra
¿Por qué costado de tus pómulos se extraviaron,
con su mal de parkinson, las milenarias estrellas?

Locombia, un laboratorio de sensuales brebajes
es tu boca, pletórica y lúdica de lenguajes liberados,
dulce como la savia de bombardeados ventrílocuos
¿Cuando voy a saber, aunque sea un poco,
aunque sea de a mentiras, tu verdadero nombre?

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